miércoles, 9 de enero de 2019
ACOSADOR
"Hay quienes piensan que detrás de un alumno acosador hay una familia acosadora, pero no siempre es así. A veces te llevas auténticas sorpresas". Quien afirma esto es Luis de la Herrán, psicólogo especializado en temas relacionados con la infancia, entre ellos el bullying o acoso escolar.
"Para que un niño se convierta en acosador se tienen que dar muchos factores, y aunque el estilo parental es uno de ellos no explica al 100% que un chaval sea agresivo con otro", asegura. Entre los otros factores que pueden convertir a un niño en acosador están los siguientes:
- La incapacidad para empatizar con los demás,
- El déficit de habilidades sociales para resolver problemas,
- El momento evolutivo en el que se encuentre
"El acoso se suele dar entre 5º de Primaria y 1º de la ESO. El hecho de que un niño de 3 o 4 años se comporte de manera poco hábil es porque no sabe hacer otra cosa. Si sus padres le educan de tal manera que cuando tiene un problema tiene que soltar la mano, tiene que mostrar su enfado continuamente, tenemos que ser complacientes con todas sus demandas,... estamos facilitando que cuando llegue a los 12 años sea más agresivo con los demás". En esta edad hay una fase en la que se dan muchas rabietas, "pero no están relacionadas con un comportamiento de agresor", ratifica el psicólogo. Eso sí, hay que intervenir para evitar que vaya a más. La clave está "en enseñarles a frustrarse para que aprendan a vivir con malestar, porque el no saber afrontar ese malestar también es uno de los elementos que influyen para que el chaval agreda".
Según explica Luis de la Herrán, "a los niños, tengan la edad que tengan, hay que marcarles límites y quererles mucho, son las dos cosas básicas que tenemos que hacer todos los padres". Y hace hincapié en la importancia de saber ignorar ciertas cosas. "Hay momentos en los que la educación nos pide no hacer nada y dejar solo al niño para que aprenda por sí mismo las consecuencias de su comportamiento", dice. "Es un punto de equilibrio entre 'te hago caso porque te quiero y tienes que sentirte querido y protegido por mí'; ignoro ciertas cosas porque no van a ningún lado y lo que hacen es provocar que sigas portándote mal; y el castigo, el por aquí no pasas y te vas a la cama sin cenar".
El castigo debe ser lo último
Luis de la Herrán deja claro que hay que diferenciar bien que el niño no "es malo. Esto facilita evitar que el niño sea agresor, diferenciar que ha hecho algo malo, pero él no es malo". También valora la importancia del castigo, pero como última opción. "Cuando un niño de 4 o 5 años pega, hay que explicarles lo que ha hecho, estar serios, hacerles ver que ha dolido, que eso no se hace y castigarle, pero el castigo deber ser lo último que tenemos que hacer. Lo primero es reforzar al niño y darle gusto y ofrecerle situaciones atractivas por comportamientos atractivos. El niño no 'debe' portarse bien, sino que se porta bien si tiene una situación atractiva después", aclara el experto. Sin olvidar, además, que el castigo "es un arte, y debe ser firme, corto, intenso, inmediato, proporcional, coherente y con fecha de caducidad". Nada más y nada menos.
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