Baste recordar tres hechos fundamentales:
1) Todas las pruebas directas del caso fueron hechas desaparecer con una celeridad inusitada. En menos de 48 horas tras la masacre, se dio la orden de desguazar los vagones atacados, es decir, los escenarios del crimen, al tiempo que desaparecían todas las muestras recogidas en los trenes, así como los propios informes de recogida de esas muestras.
2) En paralelo a esa desaparición de las pruebas directas del caso, 18 horas después de la masacre apareció en una comisaria de policía de Vallecas una bolsa-bomba sin estallar, sin que se haya podido determinar quién la depositó allí, ni de dónde procedía. Y a partir de los elementos contenidos en ella (teléfono móvil, dinamita, detonador y metralla) se construyó toda la versión oficial, llegándose a los teóricos culpables (los supuestos islamistas). Esos presuntos culpables morirían semanas después en circunstancias extrañas, al estallar un piso en Leganés.
3) Si esa operación de sustitución de pruebas fracasó (es decir, si las investigaciones periodísticas pudieron demostrar que se había producido el escamoteo de las pruebas originales y su sustitución por una cadena de pruebas colocadas) fue por un error básico de quien confeccionó la bolsa-bomba aparecida en aquella comisaría de Vallecas: esa bolsa-bomba tenía metralla, mientras que en ninguno de los cuerpos de las casi 200 víctimas del 11-M apareció el más mínimo rastro de metralla de origen terrorista. Por tanto, es físicamente imposible que las 10 bombas que estallaron en los trenes tuvieran la misma composición que la bolsa-bomba de Vallecas. La bolsa-bomba de Vallecas era una prueba colocada. SI QUIERE SABER MÁS PINCHE AQUÍ

No hay comentarios:
Publicar un comentario